"1 RECIBID al flaco en la fe, pero no para contiendas de disputas. 2 Porque uno cree que se ha de comer de todas cosas: otro que es débil, come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come: y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha levantado. 4 ¿Tú quién eres que juzgas al siervo ajeno? para su señor está en pie, ó cae: mas se afirmará; que poderoso es el Señor para afirmarle."
«Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a Sí mismo» (15:1-3). Nuestro mayor ejemplo de cómo debemos de vivir nuestras vidas es Jesucristo, que sin egoísmo tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo, sufriendo los insultos, las persecuciones, y la cruel muerte física en una cruz por nuestra causa. Su sacrificio personal demostró el modo en que el creyente debe de tratar a otras personas para su bien y para la gloria de Dios.
El hermano «más fuerte» voluntariamente pondrá a un lado sus deseos personales y con amor considerar cómo fortalecer a su hermano «más débil» sin juzgarle, para no darle la oportunidad a Satanás para hacer hincapié por medio de la división o por la hipocresía.
Cuando le permitimos a Cristo ser el Señor de nuestras vidas, esto resulta en un cuidado sincero y compasivo para otras personas, no sólo para un hermano o una hermana débil en Cristo, pero para las personas perdidas también. El discernimiento espiritual nos lleva a tener un entendimiento de otras personas y sus presentes situaciones. La amonestación de «soportar las flaquezas de los débiles» requiere, de todos los creyentes que han madurado en la fe, un gran nivel de compasión y de estar involucrados en las vidas de otras personas.Mientras que es verdad que Dios juzga el pecado y nos deja saber bien claro que tenemos que predicar «la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (II de Timoteo 4:2), nuestro amoroso Señor también está diciéndole a todos Sus seguidores: «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35).
«Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a Sí mismo» (15:1-3). Nuestro mayor ejemplo de cómo debemos de vivir nuestras vidas es Jesucristo, que sin egoísmo tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo, sufriendo los insultos, las persecuciones, y la cruel muerte física en una cruz por nuestra causa. Su sacrificio personal demostró el modo en que el creyente debe de tratar a otras personas para su bien y para la gloria de Dios.
El hermano «más fuerte» voluntariamente pondrá a un lado sus deseos personales y con amor considerar cómo fortalecer a su hermano «más débil» sin juzgarle, para no darle la oportunidad a Satanás para hacer hincapié por medio de la división o por la hipocresía.
Cuando le permitimos a Cristo ser el Señor de nuestras vidas, esto resulta en un cuidado sincero y compasivo para otras personas, no sólo para un hermano o una hermana débil en Cristo, pero para las personas perdidas también. El discernimiento espiritual nos lleva a tener un entendimiento de otras personas y sus presentes situaciones. La amonestación de «soportar las flaquezas de los débiles» requiere, de todos los creyentes que han madurado en la fe, un gran nivel de compasión y de estar involucrados en las vidas de otras personas.Mientras que es verdad que Dios juzga el pecado y nos deja saber bien claro que tenemos que predicar «la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (II de Timoteo 4:2), nuestro amoroso Señor también está diciéndole a todos Sus seguidores: «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35).
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