“La fidelidad no se improvisa” fue una de las oraciones magistrales de Ricardo Capponi, un psiquiatra a quien tuve la posibilidad de escuchar hace un par de meses atrás en una conferencia orientada al desarrollo de la sexualidad y la afectividad.
Sin lugar a dudas, estoy segura que esta oración no fue tan resonante en muchos de los que compartíamos el auditorio aquel día, pero para mí tuve un sentido muy profundo y que, de una u otra manera, representa también el pensamiento que hoy tengo. Y digo hoy, porque parte de reconocer quiénes somos es reconocer quién hemos sido y lo que he sido no siempre ha sido coherente con esta cita del Dr. Capponi.
A lo largo de nuestra vida existen distintas “fuentes” a través de las cuales podemos manifestar nuestra fidelidad y lealtad: la familia, la profesión, la fe, la pareja, los sueños, los proyectos, etc. Son infinitas las áreas frente a las cuales podemos decidir mantenernos firmes y fieles a nuestras convicciones. Y no digo decidir al azar, lo digo porque realmente el ser fiel es una decisión que se toma a priori, no en el momento en que se estrecha la conciencia por una situación límite. Yo no puedo ver, por ejemplo, si le soy fiel a mi pareja hasta que me veo en el escenario de no serlo, es peligroso, riesgoso e irresponsable. La fidelidad no se improvisa, se decide.
Soy muy enfática en decirlo porque he estado en las dos veredas: he improvisado, y me ha ido MUY mal, pero también he decidido, y ahí me ha ido MUY bien. Cuando decidimos algo, es como que fuésemos dotados del poder para cumplirlo y a través de ese poder logramos manifestar “de qué estamos hechos”. Creo que todos conocemos algún caso en donde alguien no fue fiel a sus sueños, convicciones, familia o pareja y terminó en desgracia, porque eso es lo que pasa con la improvisación, puede salir muy bien, pero hay un riesgo muy alto de que salga muy mal, pues no hay antelación de consecuencias y cuando nos movemos así, nos movemos a ciegas aumentando nuestras probabilidades de fracaso.
Quiero que te tomes el tiempo para pensar en qué cosas aún no decides ser fiel y logres tomar la determinación. No ser fiel se refiere a abandonar algo, a cambiarlo por otra cosa o, derechamente, renunciar a algo. Ser infiel es ser primero infiel con uno mismo, porque tú mismo traicionas aquello que un día tú mismo dijiste que era importante para ti. Cuando somos infieles el primer gran daño nos lo hacemos nosotros mismos y ese daño es el más difícil de reparar, créeme lo que te digo.
Aprendamos a dejar de improvisar, aprendamos a anticiparnos y a lograr ser fieles a nuestros planes, proyectos, relaciones e intenciones. La fidelidad no se improvisa, la vida tampoco.
Autora: Poly Toro
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