Cicatrizes


Génesis 32:25-26  
Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban. Entonces el hombre le dijo: —¡Suéltame, que ya está por amanecer! —¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.

Reflexiona:“Pero si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con todatu alma, lo encontrarás. Y al cabo del tiempo, cuando hayas vivido en medio de todas esas angustias y dolores, volverás al SEÑOR tu Dios y escucharás su voz. Porque el SEÑOR tu Dios es un Dios compasivo, que no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que mediante juramento hizo con tus antepasados.” Deuteronomio 4:29-31

En toda la larga vida de Jacob hay un sólo incidente que lo hace aterradoramente especial para mí. Aterrador, porque luchó con Dios ¡y casi lo venció! Especial, porque Dios, con el más suave de los toques, gentilmente lo incapacitó de tal modo que todo lo que él pudo hacer fue aferrarse a su agresor por su vida. Verán, lo que hace que Jacob sea tan diferente y tan bendecido, no es que todos sus cielos estaban claros luego de su épica lucha con Dios por el título, no, por el contrario, querido amigo, ¡por el contrario! No, eso tan asombrosamente especial es que Jacob, el bribón, se aferró a Dios ¡y no lo dejó ir hasta recibir una bendición con la cual se sintiera satisfecho!
¡Aférrense a Dios y vivan!

Ora: Señor, no deseo llegar al cielo sin cicatrices.Te llamo hoy y Te desafío a que luches conmigo para que me derrotes en bendición.



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