Sugerencias para ser una esposa ideal
Desde el comienzo del mundo, Dios siempre ha entendido que “... no es
bueno que el hombre esté solo”. Por tanto dice, “le haré ayuda idónea para él”
(Génesis 2:18). Y así por tu maravilloso poder, Dios hizo a la mujer y se la dio al
hombre como un delicado regalo. Se la dio para que la amara y la protegiera y
para que fuera su compañera en las buenas y en las malas, y no fueran ya dos,
“sino una sola carne...” (Mateo 19:6).
El propósito para el cual fue creada la mujer es muy hermoso, pero a su vez
representa un desafío para toda aquella que reconoce su importancia. Quizás, en
este momento se esté preguntando cómo puede llegar a ser una compañera, esa
esposa ideal. ¿Cómo se puede ser una mujer que por su “conducta casta y
respetuosa, gane para el Señor, sin palabras, a los que no creen”? (1 Pedro 3:1,
2). Antes de contestar el “cómo”, es importante que consideremos el ejemplo de la
esposa de Noé. Una mujer la cual no sabemos su nombre ni mucho de su vida. Sin
embargo, podemos destacar su conducta. Una conducta que la llevó a ocupar un
sitial de preferencia aun en momentos de prueba.
Sin duda, tuvo que haber sido una esposa excepcional para tener la valentía
de, aparte de ser la madre de sus tres hijos, ayudar a Noé a soportar la burla y el
ridículo del mundo por ciento veinte años. Esta pudo establecer su hogar en el
arca, carente de comodidades, con tres nueras y toda una colección de animales,
pero donde Dios era el huésped invisible. Evidentemente Noé no estaba solo. Allí
estaba su esposa. Una tremenda mujer.
De las cuatro veces que es mencionada en el relato bíblico del diluvio, tres de
éstas el relator bíblico le da un lugar de preferencia a los hijos. Leemos: “Noe, y
sus hijos y su esposa y las esposas de sus hijos”. Pero ya al final de esta gran
prueba, Dios mismo hace una excepción y una variante significativa de la
descripción normal de la familia y le dice a Noé: “Sal del arca, tú y tu mujer y tus
hijos y las mujeres de tus hijos”. Evidentemente, por la forma de Dios hablar,
apreciaba la magnífica adaptación y el comportamiento ejemplar de esta gran
mujer durante este periodo de prueba.
Ella fue una de aquellas mujeres cuyo valor superó a las piedras preciosas y
sobresalió en circunstancias difíciles, dándole el apoyo y la fortaleza que su esposo
necesitaba. Recordemos siempre la esposa de Noé y, cuando querramos que nuestro esposo realice sus metas, démosle apoyo, amor y estemos allí donde él
nos necesite.
De más está decir que Noé ya sabía perfectamente las instrucciones que dos
mil trescientos años después Pablo escribió a los esposos: “Maridos, amad a
vuestras mujeres como a sus mismos cuerpos...” (Efesios 5:28). “Amad a vuestras
mujeres y no seáis ásperos con ellas” (Colosenses 3:19). Cuidadlas porque son
“hueso de sus huesos” (Génesis 2:23). “Vivid con ellas sabiamente, dándole honor
como a vaso más frágil y como coheredera de la gracia de la vida para que
vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7). Noé comprendió claramente
estas responsabilidades de esposo, y ello contribuyó a que su matrimonio se
convirtiera en un binomio de éxito.
Sócrates enseñaba a sus jóvenes: “Si ustedes consiguen una buena esposa,
serán sabios..., y Ruth Staffor Peale dijo: “Nada en la tierra da a un hombre más
inspiración e incentivo, que una verdadera esposa”. Sabemos el adagio que dice:
“Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”. El gran reto que tiene cada
esposa presente es, esforzarse por hacer realidad estos refranes.
SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA SER UNA ESPOSA IDEAL
1. Comience desarrollando una comunicación efectiva entre ambos. Díganse
lo que ambos esperan el uno del otro y lo que les desagrada, y luego,
vayan en busca de soluciones efectivas, llenas de amor y consideración.
2. Ténganse respeto y confianza el uno al otro y demuéstrenselo.
3. Sean sensibles a las necesidades físicas, materiales y espirituales de su
cónyuge. Que al satisfacer las necesidades del otro, satisfaga sus propias
necesidades.
4. Hagan del hogar, no un lugar artísticamente decorado, sino uno que
ofrezca calor, descanso, paz y armonía. Un lugar limpio y ordenado.
5. Que su cónyuge llegue a ser tan parte suyo como la respiración y el latido
del corazón. Que su felicidad sea la suya.
6. Sean fieles en el cumplimiento de sus deberes conyugales.
7. Estén conscientes de que ambos necesitan sentirse estimados y amados.
Donde marido y mujer se aman, permanecen juntos.
8. Saquen tiempo para compartir juntos en actividades seculares y
familiares, tanto como espirituales. En nuestra agitada sociedad, esto se
hace imprescindible.
9. No se dirijan palabras descomedidas e hirientes. Después de dichas, no se
pueden recoger. La amargura y el resentimiento destruyen el amor y las
relaciones y, en muchos casos, hasta vidas humanas.
10.Cuidado con los extremos: el perfeccionismo y las exigencias. Sin justicia,
no puede darse amor.
11. Como esposa, no dependa de su esposo para conectarse con el mundo
exterior. Tenga iniciativa propia y sea definida en sus intereses. El hombre
da mucho valor a esta cualidad, pues trae seguridad y estabilidad.
12. Aprenda a cocinar comidas variadas, sanas y nutritivas, a tiempo. Esto es
valorado, saboreado y admirado por un por ciento altísimo de esposos.
13. Luzca fresca y femenina. Esta apariencia se logra acentuando las
diferencias entre la mujer y el hombre: las acciones e inclusive las
actitudes, la manera de andar, hablar y su comportamiento en general.
De más está decir, que una mujer completamente femenina, es de agrado
para su esposo.
14. Aprenda todo aquello que le ayude en el manejo diligente y económico
de los asuntos de su hogar y le faciliten y agilicen las tareas domésticas.
La falta de conocimiento no justifica a la mala ama de casa. El poco deseo
que muestre por aprender, buscar y tratar de obtener el conocimiento que
le falta, indica debilidad de carácter por su parte. El leal desempeño de las
labores femeninas, trae a la mujer felicidad interior y, como consecuencia,
felicidad para la familia
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