Disciplina y orden. (Primera parte)
Estamos levantando a una generación de niños que se están educando solos, con la ayuda de la televisión, de CD violentos y de Internet (¡que puede ser un campo de minas!). Con frecuencia el padre y la madre trabajan fuera de casa y dejan que un niño supervise a otro; por consiguiente, ellos mismos ponen las normas. "...El hijo malcriado avergüenza a [sus padres]" (Proverbios 13:24 NVI). La mayoría de nosotros somos buenos padres, pero nuestros hijos necesitan disciplina y reglas para vivir. La columna vertebral del amor es la disciplina y el orden. Sin ellos, el amor no es más que una licencia para hacer lo que se quiera. "No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo..."(Proverbios 13:24 NVI). Había un tebeo en el que el papá de un niño llamado Dennis, con la correa en la mano, le pide al desobediente Dennis que se prepare para un par de azotes. El padre le dice: 'Esto me va a doler más a mí que a ti'. El niño responde: 'No te obligues a hacerte daño por mi culpa, papá'.
No es fácil establecer el orden y la disciplina, pero si no lo haces, estarás traicionando a tus hijos y la responsabilidad que Dios te ha dado con ellos. Si no disciplinamos a los hijos, porque queremos quedar bien y no enfrentarnos con ellos durante un periodo corto, a la larga no nos respetarán. Esperar que los niños pequeños decidan por sí solos lo que está bien y mal es una carga que no deberían llevar; su mente y sus emociones no están lo bastante desarrolladas para asumir tal responsabilidad. Dice la Biblia: "El corazón del muchacho está lleno de necedad, pero la disciplina física la alejará de él" (Proverbios 22:15NTV). Tus hijos aprenden a tomar buenas decisiones al ver las recompensas y las consecuencias de la aplicación de la disciplina en el hogar. ¡No les falles!
Fuente; la palabra al día
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