¿Quién soy ahora?
¿Quién soy ahora?
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza (Génesis 1:26).
Adán fue creado en la semejanza de Dios, con mente, emociones y
capacidad de decisión, dándole la habilidad de pensar,
sentir y elegir. Ninguna otra creación es comparable al ser
humano.
Después de crear a Adán, dijo Dios: «No es bueno que
el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Génesis
2:18). Así que creo a Eva. Ambos disfrutaban un sentido
de pertenencia hacia Dios y del uno hacia el otro. No solo eso, Dios les dio un propósito: «y señoree en los peces del mar,en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, en todo
animal que se arrastra sobre la tierra» (Génesis 1:26).
Adán y Eva no tenían que buscar su sentido de
importancia; la tenían ya en su relación íntima con Dios.
Y debido a que Dios estaba presente con ellos, vivían en constante seguridad y protección. Vida eterna, identidad, sentido de la vida, gran valoración, significado y sentido de pertenencia son atributos de los seres humanos, puesto que somos creados a imagen y semejanza de Dios. Pero cuando Adán pecó murió espiritualmente y perdió todo lo que Dios había preparado para el hombre; se separó de Dios, dándole la
autoridad y dominio a Satanás. Desde entonces caminamos por la vida tratando de que nuestro nombre sea respetado, buscando seguridad y felicidad en cosas temporales, tratando de que nuestra vida tenga significado, apartados de Dios. ¡Qué misión imposible!
Estamos en capacidad de llenar esas necesidades si establecemos una relación personal con Dios a través de la fe en Jesucristo. Todo lo que Adán disfrutaba antes del pecado está ahora a nuestra disposición. Estando separado de Dios, los atributos gloriosos de Adán se convirtieron en necesidades evidentes y hasta neuróticas.
Como hijos de Adán, habiendo nacido separados de Dios, Él nos envió a Jesucristo para que muriera por nuestros pecados y nos diera vida eterna. gracias a Cristo mi necesidad de identidad, significado, seguridad y sentido de pertenencia están completos, porque Él mora ahora en mí. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos… (Hechos 17:28).
La búsqueda de nuestro hogar, nuestra misión y nuestra identidad ha terminado. La hemos encontrado en Cristo.
En Él vivimos, tenemos nuestro hogar y seguridad de pertenencia. Él nos compró por un precio inimaginable, que fue su sangre.
Valemos muchísimo por lo que somos, no por lo que podamos hacer, sino por nuestra nueva identidad de hijos de Dios. Somos nuevas criaturas creadas a su imagen, somos una nueva raza sin nacionalidad, ya que la nuestra es celestial. Todo esta escrito por Jesucristo en nuestros corazones y mentes con su sangre, la cual nos justificó frente al Padre.
Fuente : Libro "AHORA SOY LIBRE"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)





0 comentarios: