Estudio Colosenses semana 8: día 3



Col 4:7 Nuestro querido hermano Tíquico, fiel servidor y colaborador en el Señor, les contará en detalle cómo me va.
Col 4:8 Lo envío a ustedes precisamente para que tengan noticias de nosotros, y así cobren ánimo.
Col 4:9 Va con Onésimo, querido y fiel hermano, que es uno de ustedes. Ellos les pondrán al tanto de todo lo que sucede aquí.



*Observación: fiel y servidor, que hermoso ser reconocido por el Señor como un siervo fiel y servidor, para ello debemos estar rendidos a sus pies, con un espíritu dispuesto a recibir y a dar lo mejor . Todo lo que hacemos hacerlo con gratitud, con amor con disposición sabiendo que es para Dios. Pablo aun en la carcel estaba preocupado por los hermanos, no deseaba que ellos flaqueran en la fe sino que los alentaba a no desanimarse, a perseverar en oración, en buenos ejemplos etc. ¿Que movía a este hombre a tanto esfuerzo por sus hermanos? El amor, el amor de Dios viva en el, Dios mismo vivía en el. *Aplicación: Orar y tratar de ser de ayuda de aliento a mis hermanos, consciente de que también esto es un servicio, no hay trabajos chicos ni grandes, Señor crea en mi un corazón humilde y dispuesto a escuchar, a consolar y a amar como tu quieres que lo haga. Vive en en mi, reflejate en mi. Amen


Encuentra paz peleando en oración

De Withney, GoodMornigGirls.org

Algunos sábados por la mañana, le doy un beso a mi esposo en la mejilla mientras está dormido y le susurro un suave “gracias” en su oído. Camino de puntitas por el comedor pidiéndole a Dios que por favor deje que mis hijos duerman otros dos minutos ha
sta que pueda salir por la puerta de atrás sin que nadie se dé cuenta (porque los niños despiertos siempre están detrás de mamá, pero eso sucede especialmente si me atrevo a cruzar la puerta sin ellos). Rápidamente agarro la Biblia de la encimera de la cocina, la pongo bajo mi brazo y salgo a las todavía oscuras, tempranas horas de la mañana.

No tengo especial interés en escuchar la alarma sonar tan temprano los Sábados, pero una vez que estoy levantada, me invade una inmensa sensación de satisfacción. Las casas alrededor de mí todavía duermen y el día está momentáneamente alejado del mundo. Conduzco por un breve pero pacífico tiempo y no puedo evitar notar a Dios en las suaves siluetas de los árboles y el paisaje rural. Detalles que, por alguna razón, no tomo el tiempo de apreciar de no ser por mañanas como esta.

Como un reloj, sonrío mientras otros cinco se dirigen al aparcamiento de la iglesia exactamente en el mismo momento en el que yo lo hago. Un año y medio después, seguimos juntándonos en un mar de minivans.
Somos mamás en una misión. Las únicas en la carretera tan temprano el sábado en la mañana.

Y hemos venido a orar.
Nos hemos tomado tiempo para enviarnos por email nuestras peticiones de oración en los días anteriores, porque estamos conscientes de nuestras propias tendencias. Lo específico y las explicaciones ya han sido dadas, porque no hemos venido a hablar. Hemos venido a orar. Nuestro tiempo es limitado y nuestras necesidades grandes.

Antes de dirigirnos al Padre, nos humillamos tomando tiempo de reconocer quién es Dios. Nos centramos en una característica específica del carácter de Dios en cada reunión y tomamos tiempo para leer juntas algunos versículos que nos recuerdan a quién nos estamos acercando. En esta mañana en particular... Dios es mi Ayudador: Uno que asiste, ayuda, facilita o hace descansar (Deuteronomio 33:26; Salmo 18:6; Salmo 121:2). Justo lo que esta mamá necesitaba escuchar en esta mañana, en esta especialmente ocupada etapa como mamá, en esta vida.

Después de un tiempo de acción de gracias y confesión, entramos en el tiempo de intercesión, de ir a Dios en oración en favor de otros. Aunque nos centramos principalmente en nuestros hijos, a menudo oramos por nosotras mismas, nuestros esposos y otros. A veces oramos la Escritura poniendo el nombre de nuestros hijos (“Que Chase sepa que tú eres su Dios, quien le sujeta de su mano derecha y le dice “no temas, yo te ayudo” – de Isaías 41:13). Pero la mayor parte del tiempo usamos nuestras propias, rotas palabras, demostrando claramente nuestra pasión y gran necesidad de Dios en todas las cosas. Algunas de nosotras hemos estado orando por años, otras, recientemente. Pero Dios no necesita oraciones excepcionales... sólo siervas dispuestas a reconocer su necesidad de un Salvador.
Si hay algo que hemos aprendido durante nuestro tiempo juntas, es que podemos ir al Padre con cualquier petición, grande o pequeña. No tememos pedir a Dios que ayude a nuestros hijos a aprender matemáticas... cualquier madre desesperada de un niño en cuarto grado estará de acuerdo conmigo. Pero hay momentos de lucha intensa con Dios, mientras pedimos que proteja, moldee y guíe a nuestros hijos para que se alejen del pecado y caminen en Sus caminos. Oh Dios, llévslos hacia Ti...

Dios es nuestro Ayudadir, Y El escucha nuestras oraciones.

Somos afortunadas si terminamos sin llorar, porque es algo tan poderoso escuchar a alguien más orar por tu hijo con nombre.. Amo a los hijos de estas mujeres y ellas aman a los míos y hay un consuelo extremo en saber que no estamos solas en esta batalla.

Terminamos a regañadientes nuestro tiempo de oración, intercambiamos rápidos abrazos, pero no podemos quedarnos. El sol está saliendo y hay partidos de fútbol a los que ir, mezcla de panquecas por hacer y , por supuesto, todos nuestros niños, que se despertarán y empezarán a buscar a mamá. Pero continuaremos compartiendo cómo nos está yendo y nuevos motivos de oración hasta que nos volvamos a encontrar.

Manejo hasta casa con una nueva visión del día, sintiéndome como si me hubieran quitado un peso. La paz en mi corazón confirma el peso que se a quitado en esa “lucha” en oración. Prácticamente hablando, nada ha cambiado y no se ha contestado ninguna petición en los últimos 60 minutos. ¿Cuál es la diferencia entonces?

Nuestro enfoque, nuestra confianza, nuestra esperanza, han sido quitados de nuestras circunstancias y puestos en nuestro Ayudador.

“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;” Colosenses 4:2

A Sus pies, 

Whitney
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